martes, 6 de mayo de 2014

Hojas grises

Huyendo, Francisco llegó a la habitación donde, según sus fuentes, encontraría lo que estaba buscando.
La habitación estaba llena de papeles sucios y libros amontonados por el suelo. al otro lado de la habitación, se encontraba la puerta por la que debía escapar.
En medio de todas las pilas de libros, había uno, el más pequeño, que destacaba por encima de los demás, aunque Francisco no supo a qué se debía.
Francisco lo sostuvo en alto, y leyó la portada. "Esto es lo que buscas", rezaba en ella.
En ese momento, Francisco oyó pasos que venían del pasillo por el que él había venido. Sin pensarlo dos veces, volvió a huir, por la puerta por la que debía hacerlo.
Pasó varias habitaciones, todas iguales, de color naranjas y vacías. Cuando ya creyó que tenía algo de ventaja sobre sus perseguidores, Francisco abrió el libro con mucho cuidado. El libro estaba vacío, no contenía nada. Pero no estaba en blanco. Las hojas del libro eran todas grises, de la primera a la última.
Nuevos pasos sonaron, y Francisco se sobresaltó, y soltó el libro del susto, que cayó abierto por la mitad.
Francisco lo volvió a tomar, y salió huyendo de la habitación en la misma dirección anterior.
Al pasar por dos habitaciones, llegó por fin al exterior, un recinto privado donde sonaba una alarma que hacía temblar el césped del jardín. Francisco consiguió saltar la valla metálica y salió sin problemas. Su plan había funcionado, había conseguido lo que estaba buscando.
Volvió a abrir el libro, y vio que, por la caída, las hojas centrales se habían deteriorado un poco. Ahora tenían unas manchas blancas. Francisco empezó a rascar y, para su sorpresa, empezó a aparecer una palabra. Rascó con todo su ímpetu y leyó la frase que había escrita en la hoja. No se lo podía creer. Abrió otra página al azar y volvió a rascar. La misma frase.
Repitió el procedimiento con cada una de las páginas del libro, y en todas, aparecía la misma frase.
"Sigue buscando".