domingo, 27 de abril de 2014

El Rey del Infierno

Una nueva mañana en el infierno y Satanás, Rey y señor de aquellas tierras, despertó para hacer sufrir a aquellos que habían sido malos en su otra vida.
Su día a día era muy rutinario. Primero tocaba la tortura a Hitler, que infligía Lucifer en persona, al ser un caso especial. La tortura de esa mañana consistía en introducir una piña reseca por el ano del ex-dictador. Esta tortura se repetía todos los jueves. A veces llevaba un extra, al cambiar piñas por cactus.
Al terminar de torturar al pequeño Adolf, el Rey de las Tinieblas se paseaba por el caluroso infierno a la espera de recibir un nuevo cargamento de pecadores.
Satanás era muy feliz con aquella vida monótona, no le gustaban los cambios. Llevaba haciendo lo mismo desde sólo Dios sabe cuánto tiempo. Literalmente.
Pero aquella mañana iba a ser distinto. De repente, Satanás notó que su cuerpo desaparecía poco a poco, se desvanecía. Cuando llegó a la altura de los ojos, dejó de ver por unos segundos, hasta que su cuerpo volvió a aparecer. Pero ya no estaba en el infierno, sino en una habitación roja, iluminada solamente por la luz de un candelabro con velas negras.
En aquella habitación había diez personas a las cuales no pudo reconocer, pues llevaban una capucha que les cubría el rostro. Una de ellas comenzó a hablar:
- ¡Oh, mi señor Lucifer, qué grato honor es que nos recibas! -entonaba de forma muy extraña.
- ¡Qué artimaña es esta!¡Cómo osáis molestar al Rey del Inframundo! -exclamó Satanás, bastante molesto.
- Mi señor.....somos una secta que os adora, sólo queríamos conoceros en persona. ¡Seremos sus esclavos!
- Miles han intentado invocarme antes y no lo han conseguido. ¿Cómo unos insectos como vosotros lo habéis conseguido?
- Mi señor....nosotros hicimos todo lo que ponía en este libro.
El encapuchado parlante le entregó un libro a Satanás. Este al verlo puso una mueca de terror. No era posible. ¿Cómo había escapado de su jaula éste elemento? ¿Y cómo no lo había notado hasta ahora?
Al parecer, mediante un nombre falso, el demonio fugado del infierno, había conseguido la fama desmesurada, llegando a modificar mentes con su sola presencia. Y con este libro, cada día llegaba a más y más personas.
Lucifer intentó destruir el libro, pero era imposible. Ya era tarde, su reinado acabaría muy pronto.
Y todo por un libro: